viajo a lugares ni siquiera soñados, formas gigantes de colores desconocidos, paisajes nunca vistos por otros ojos y aún asi existentes hasta en su forma más ínfima, hasta la última partícula de polvo lunar
que cubre las dunas submarinas de alguna civilización olvidada en las alturas.
la belleza de caos, la belleza de lo desconocido, estridente, inexplicable y flagelante. flotando en una realidad alterna, lejana y (demaciado quiza) conocida por mis manos, mis piernas, mi espalda, mis oídos que sumergidos en una tranquilidad casi uterina, saborean de fondo un radio comunicador que irradia una voz que enumera frenético sensaciones que no nunca se han logrado verbalizar, hasta ahora.
el sol me ciega, la no gravedad me libera del peso de la existencia y termina por abrazarme la noche tibia aire calient para asegurarme que ni yo estoy segura de ocupar un espacio real en esta vida.
